Vacunas, crimen sin castigo

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El otro dato

Juan Chávez ________

Un viejo amigo periodista, hecho en las lides del apasionado oficio en las redacciones, antes de que se registrara como ciencia de la comunicación en las universidades, se quejó amargamente de la vacuna Sinovac que le aplicaron ya en sus dos dosis.

–¿Qué te paso? ¿Tuviste reacciones negativas?

–La más negativa de todas, me atajó.

–Explícate…

–Mi hermano que vive en Dallas, Texas, me ha llamado por teléfono para informarme que se encuentra delicado de salud.

–Salgo de inmediato; solo voy a la embajada mañana para revalidar mi visa y en el primer vuelo estoy allá en Dallas, contigo.

Resultó vana mi intención, prosiguió. La embajada me negó revalidar mi visa por haberme dejado vacunar con Sinovac, y me informaron que Estados Unidos no ha aprobado ni esa ni la otra vacuna china Cansino, ni la rusa Sputnik V.

—Bajo tal circunstancia, chupe Faros. Es un crimen, exclamé.

–No lo considere así, intento explicarme el empleado de la embajada.

–No, le respondí, es un crimen del gobierno de este sufrido México nuestro que aparte tiene que soportar los malos manejos de la pandemia y de las vacunas, en sus empeños desperdiciadores de los tiempos para gobernar bien.

Recordé entonces que yo también había sido vacunado con Sinovac en marzo y abril, esto es, cuando ni siquiera la Organización Mundial de la Salud (OMS)  la había aprobado.

Pero mi amigo, con la amargura y tristeza de no poder viajar a Estados Unidos para auxiliar a su hermano, me encabronaba a mí también. ¡Claro que es un crimen!

–Y sí, tienes razón. Sin ir tan lejos, hay que atender la definición que el diccionario da de la palabra crimen:

“En lenguaje ordinario, un crimen es una acción indebida o reprensible, en general un delito grave como la acción voluntaria de matar o herir a alguien”.

Imaginemos, en tales circunstancias, a los 3 millones de mexicanos que ya han recibido la Sinovac como defensa al contagio del Covid-19.

Tendrán serias restricciones si intentan viajar a Estados Unidos o a algunos países de Europa que no han aceptado ni las vacunas chinas –la otra es Cansino—ni la rusa Sputnik V.

“Estados Unidos no avala ninguna vacuna china y rusa”, comentó un alto funcionario del gobierno de Baja California que hizo notar que los mexicanos están enfrentando serios problemas para cruzar la frontera y dirigirse a San Diego.

En Baja California se vacunaron a más de 77 mil trabajadores de educación con Cansino y a 14 mil trabajadores del Sistema Estatal Penitenciario y personas que se encuentran presas en cárceles del estado.

De la marca Sinovac fueron inmunizados miles de adultos mayores de 60 años.

De la Sinovac, por cierto, el canciller Marcelo Ebrard, metido a secretario de Salud, abrió a prueba en México la aplicación de 30 mil dosis, de las cuales ya han sido aplicadas 15 mil, pero no hay información de sus efectos y Cofepris todavía no la autoriza.

El desmadre pues limpio y puro  de la campaña de vacunación que está pegando criminalmente a los mexicanos impedidos de viajar a Estados Unidos.

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