Sin tiempo para morir (2021) de Cary Joji Fukunaga

74
PUBLICIDAD

¿Tienes alguna duda o situación con tu mascota?

M.V.Z. Salvador Cisneros Guzmán

M.V.Z. July Barba Sánchez

Local 108

Tel.: 449 918-4387

Urgencias: 449 110-7792

Gillian Turner ______

Viernes 8 octubre: Hoy vamos a ver la nueva (ahora ya vieja) película de James Bond. ¡Qué emoción! Es tal la importancia del suceso que la vamos a ver en familia – algo que no habíamos hecho desde los albores del tiempo, cuando mis hijos y yo teníamos unos 40 años menos.

Mi hijo está “muy, muy nervioso” como él mismo confesó. Mi hija, más serena, se encarga de comprar los boletos. Ya nos mandó foto del comprobante para tranquilizarnos.

Ahora solo nos queda esperar con ansiedad la hora de la función. Llego al cine con unos momentos de sobra. Allí está mi hijo. “Llegué hace 10 minutos,” me dice. Esperamos ansiosamente la llegada de mi hija.

Sábado 9 octubre: ¡Ya la vimos!

Se debe tomar en cuenta que la gestación de la película tardó como si fuera un elefante, y el guion fue escrito y re-escrito, adornado y pulido con por lo menos cuatro participantes. Quizás por eso la trama es complicada, dispersa, con hasta tres posibles inicios – y un gran final. Es difícil contar la historia sin revelar sorpresas y desinflar el suspenso. Basta decir que cuenta con todos los ingredientes que esperamos con tantas ansias. Están los paisajes exóticos, las persecuciones en auto, las peleas (aunque le cuesta más trabajo al ahora más maduro James Bond), los villanos enloquecidos con el poder, el súper arma que amenaza obliterar casi toda la humanidad. Y sobre todo, está el tema del amor.

Hay momentos memorables. A Bond su amigo de la CIA le saca de su plácido retiro entre los manglares de Jamaica para pedirle un favor: recoger a un científico ruso que va a estar en una fiesta de los temibles Spectre, en Santiago de Cuba. Al llegar, a Bond le asignan una asistente llamada Paloma, interpretada por una irresistible Ana de Armas. Sigue un episodio en el que Bond y Paloma interactúan con una precisión perfecta, como si fuera una rutina de Fred Astaire y Ginger Rogers, aunque en lugar de pasos de baile empuñan armas letales y matan (o neutralizan como se dice ahora) ejércitos de supuestos maleantes.

“M” en esta entrega de la saga comete un error garrafal, cuando deja que le roben su recién inventada arma que se supone puede salvar la raza humana o por lo menos perpetrar ataques ultra dirigidos. Obviamente, Lyutsifer Safin, el súper villano de esta entrega, tiene planes mucho más nefastos. Con Judi Dench como “M” jamás hubiera ocurrido eso. Qué bueno que James Bond llega justo a tiempo para salvar la humanidad.

¿Qué más? El humor sardónico y la sangre fría, además de los pucheritos que hace Daniel Craig cuando las cosas no van justo como quisiera; los fabulosos coches Aston Martin que acomodan metralletas en los faros; una especie de i-watch que explota hasta el ojo postizo de uno de los villanos; el vodka Martini (mezclado, no agitado). Hay guiños hacia películas anteriores, sobre todo en cuanto a la música: que incluye el inolvidable tema de John Barry, y la canción clásica de Louis Armstrong “We have all the time in the world” (escrita originalmente para On her Majesty’s Secret Service, con George Lazenby por única vez como Bond) con la que termina la película.

James Bond (un estupendo Daniel Craig) es ahora menos misógino, más tierno, más meditabundo, más melancólico. Las mujeres son decorativas como siempre, pero ahora más fuertes, más resistentes. El amor de Bond, Madeleine Swann (Lea Seydoux) es bella, amorosa, y a la vez dura – entrenada para sobrevivir.

De un extenso elenco, Ralph Fiennes es un impasible “M”; Ben Wishaw, entrañable como “Q” con sus inventos cada vez más alucinantes; la estatuesca Lashana Lynch interpreta Nomi (#007 ya que James Bond se ha jubilado); Ana de Armas es una verdadera revelación como Paloma, quien ayuda a Bond en Cuba; Christoph Waltz sale brevemente como Blofeld, el mandamás de la banda de los Spectre; y Rami Malek es el archi-villano del nombre improbable (Lyutsifer Safin), y con un feo problema dermatológico en la cara, resultado de un experimento de su papá, experto en plantas venenosas.

Cary Joji Fukunaga es relativamente joven, norteamericano a pesar de su nombre. Sin tiempo para morir es su cuarto largo metraje, y lo dirige con eficiencia. Las escenas de acción están muy bien filmadas, los cambios de locación son eficaces, la relación entre James Bond y Madeleine Swann está bien resuelta. Lo impresionante son las dimensiones de la empresa: un elenco numeroso, un ejército de “stunts”, una gran variedad de locaciones, entre ellas Noruega, Italia, Escocia, Jamaica, Londres, La Isla de Wight, y la Islas Faroe.

En fin, la película es divertida, entretenida, larga, nostálgica, llena de acción … y bastante más.

¡James Bond regresara!