Rubia (Blonde), 2022 de Andrew Dominik

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Gillian Turner _______

Esta iba a ser una nota muy corta, sobre una película muy larga (dos horas, 46 minutos). Rubia se basa en una novela también muy larga (768 páginas en la edición original en inglés, 936 tratándose de la versión en español), por la escritora norteamericana Joyce Carol Oates. Es lo que se llama ahora una biografía ficcionalizada, sobre la vida de Marilyn Monroe.

La película es muy fuerte. Pero la novela lo es más. En la película hay escenas muy desagradables, pero en la novela impactan aún más. Lo visto se ve, se digiere, y a lo que sigue. Lo leído queda con el lector, despierta la imaginación. Puede traer recuerdos de experiencias parecidas; puede hacer que uno se identifique con el personaje; en fin lo escrito puede cautivar a uno más que una simple escena filmada.

La película revela la vida de Marilyn Monroe como una serie de eventos trágicos, desde su niñez, lidiando con una madre inestable, sus inicios como modelo en fotorevistas, sus primeros pasos en el cine, su matrimonio con Joe DiMaggio, su relación con los dos galanes Charles Chaplin Jr. y Edward G. Robinson Jr., los estrenos de algunas de sus películas, la famosa toma con el vestido blanco sobre la rejilla del metro, su matrimonio con Arthur Miller, un encuentro con el Presidente Kennedy. Y siempre en el trasfondo está el padre que nunca conoció, y la falta que le hace, a tal grado que les dice “daddy” a sus maridos.

Hay un vaivén constante – en tiempos y espacios, de color a blanco y negro y de regreso – que evoca la confusión causada por el consumo de pastillas, de alcohol,  y por la fragilidad mental de una mujer idolatrada como estrella, y usada y despreciada como un simple cuerpo sin voluntad propia.

Definitivamente no es una película para toda la familia. Incluye una escena donde Marilyn practica la felación al Presidente Kennedy, a todo color y en primer plano. Dura demasiado y es demasiado gráfica. La sutileza puede ser más inquietante, más perturbadora. Hay otra escena, supuestamente de un aborto que se le practica a Marilyn, visto desde adentro de ella. También, muy escabrosa, y se alarga demasiado. El punto es obvio. En los años ’50 y ’60, el movimiento feminista todavía no despegaba. En esa época para una mujer era lo más normal tener que sufrir acoso, manoseo y violación para tener éxito en su carrera. Para muchos, JFK incluido, Marilyn era “carne” al servicio del hombre.

Pero también hay escenas muy buenas. Por ejemplo, Marilyn llega al estreno de Some Like it Hot entre una verdadera multitud de fanáticos, con las caras distorsionadas, las bocas abiertas, los ojos saltantes, todos gritando ¡MARILYN! Es escalofriante.

La música de Nick Cave y Warren Ellis es excelente, y además usada con discreción.

¿Y las actuaciones? Ana de Armas como Marilyn Monroe da una actuación apasionante, manejando de perfección las oscilaciones entre estrella centelleante y mujer degradada. Adrien Brody es un discreto Arthur Miller. Julianne Nicholson interpreta de perfección a Gladys, la mamá de Marilyn, una mujer inestable que pasa muchos años en una institución.

Ana de Armas como Marilyn Monroe.

Al director, Andrew Dominik, neozelandés, se le conoce por películas sobre personajes violentos y machistas, como Chopper (2000), sobre un criminal psicópata y mitómano; Mátalos suavemente (2012) acerca de tres ladrones que asaltan un juego de cartas patrocinado por la mafia con resultados desastrosos; y El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007).

Rubia está en Netflix desde el 28 septiembre. Pronto se verá también en la pantalla grande.