Pelosi, Caro Quintero y el T-MEC

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México perdió más de la mitad de su territorio después de la guerra con Estados Unidos allá por la mitad del siglo XIX. Y como van las cosas, podría pedir “frías” a China para recuperar “algo”.

Ahora, según analistas de política internacional, Nancy Pelosi provoca a China con su visita a Taiwán en el peor momento de los tiempos actuales, luego de que en julio Joe Baden, en la misma isla, amenazó a China si invade Taiwán por la fuerza.

China respondió que Estados Unidos está “jugando con fuego y se va a quemar”.

La visita de Pelosi, veterana legisladora del Capitolio, desafió de nueva cuenta a China. Ella es la tercera en el poder de Estados Unidos, luego de Baden y de la vicepresidenta Kamala Harris.

Pero en el abultado mundo noticioso, surge la suspensión definitiva en favor de Rafael Caro Quintero con lo que pasará el juicio de extradición en la cárcel mexicana que ocupa en el Altiplano  y se aleja de ser juzgado en Estados Unidos, donde pararía, con cadena perpetua, en una prisión gringa, como le sucedió a Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Nancy Pelosi.

Tal decisión judicial podría ser considerada como la respuesta del gobierno obradorista a la presión que Gringolandia se trae con Canadá en las consultas sobre la ley energética de AMLO que, de cuajo, cierra el paso a las inversiones extranjeras en el sector y atenta contra las empresas estadounidenses que producen energía limpia en México.

Caro Quintero enfrentará juicio de extradición con un abogado de oficio.

Según los registros judiciales, Caro Quintero aceptó ser representado por el abogado que le asignó la Delegación del Instituto Federal de Defensoría Pública para que lleve su caso.

Esta medida es necesaria después de que a mediados de julio un juez federal frenara su extradición a Estados Unidos, declarando que debía haber un juicio de por medio.

Esta medida fue impugnada por la Fiscalía General de la República (FGR), por lo que el caso fue turnado al Tribunal Colegiado en Materia Penal del Segundo Circuito para que se ratifique, modifique o revoque la sentencia.

Es decir, con Pelosi en Taiwán se advierte no una pedrada a dos pájaros, sino a tres.

Lo de Caro Quintero se explica como una respuesta mexicana a la política exterior de la Unión Americana.

Las reacciones que suscita la visita de Nancy Pelosi a Taiwán revelan el elevado grado de descomposición en la relación entre Estados Unidos y China, pero sobre todo el nulo diagnóstico de la presidenta de la Cámara de Representantes sobre el entorno inestable e incierto alrededor del mundo.

También representa un castigo hacia China por el apoyo tácito del país asiático hacia Rusia en su invasión a Ucrania.

La decisión de Pelosi también involucra al presidente Biden por pertenecer al mismo partido, algo distinto hubiera representado la visita si la líder del Congreso perteneciera al Partido Republicano.

La resultante de la visita, sin embargo, tiene doble lectura: la doméstica revelará un apoyo incondicional de los republicanos hacia Pelosi, y genera externalidades positivas en la figura alicaída del presidente Biden.

Es comprensible que Nancy Pelosi prepare su legado como legisladora siendo consistente: treinta años atrás manifestó su solidaridad en la Plaza de Tiananmen a los disidentes que murieron en las horas trágicas de la masacre en 1989, pero resulta poco responsable que agregue más incertidumbre a la política internacional que ha generado la guerra en Ucrania.

La pregunta no es si China invadirá Taiwán en corto plazo, lo importante simplemente es conocer la fecha en que lo hará. Un importante militar taiwanés comentó el año pasado que el año 2024 sería el momento en el que Xi Jinping elegiría para hacerlo. La guerra en Ucrania se cruzó en sus planes por lo que no sería ilógico que retrasara su decisión. Sin embrago, la visita de Pelosi a Taiwán podría cambiar los planes de Pekín.

No es baladí la reacción del gobierno chino una vez que Pelosi pisó la isla. El lenguaje elegido se adhiere a códigos lingüísticos de guerra y no al librito de la diplomacia.

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