Miguel y sus animales

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M.V.Z. Salvador Cisneros Guzmán

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Teresa Gurza _______

Hace unas semanas murió Miguel Gurza Iglesias, hijo de Ignacio hermano menor de mi abuelo Rafael y una de las personas más originales que he conocido.

Aficionado como toda la familia a los animales, logró convertir esa diversión en medio de vida y su hija Yvette, está preparando un documental sobre su actividad como entrenador de animales.

Por eso le pedí ayuda para este artículo y me proporcionó algunos datos y las fotos.

Participan también en el documental, sus otras dos hijas Jannette y Giselle; que fue asistente de directores famosos como James Cameron en Titanic y Jon Favreau en Iron Man y actualmente trabaja en Los Ángeles, California, como productora,

Un don especial que tenía Miguel para tratar animales, le permitió entrenar desde sapos y camaleones, hasta águilas, panteras, chimpancés, leones y elefantes.

Tarea muy riesgosa, porque los animales salvajes nunca pierden el instinto y recibió arañazos y mordidas.

Todo inició cuando, siendo estudiante del tercer año de arquitectura en la UNAM, se acercó de curioso a ver la filmación de una película y al rato le pidieron ayuda para guardar en sus jaulas a los animales utilizados en el rodaje.

Fotos del Halcón y el balón, cortesía de Yvette Gurza.

Le gustó la experiencia y decidió dejar la carrera y dedicarse a entrenar animales; actividad a la que invitó a su hermano Humberto y para evitar que los maltrataran, actuaron junto con ellos.

Llegaron a tener más de cien especies, con las que formaron un zoológico que instalaron en terrenos de los Estudios Churubusco.

Y como eran los primeros en México y de los poquísimos en el mundo que podían realizar ese trabajo, pronto se convirtieron en los más importantes proveedores de animales para películas de aventuras y acción y programas de televisión, nacionales y extranjeros.

Entre sus mayores éxitos figura el halcón Hércules que el 31 de mayo de 1970 dio dos vueltas completas al estadio Azteca y bajó de las alturas para posarse delicadamente en un balón de futbol, colocado a media cancha.

Imagen que la televisión mexicana trasmitió al mundo, para abrir la fiesta futbolística México 70.

Y como Miguel era guapo, alto y atrevido, fue doble de Tarzán y otras estrellas y actuó junto con Arnold Schwarzenegger, en Conan el Bárbaro.

Se volvieron también famosos los sapos y camaleones que vistió como conquistadores y mexicas, para la película La Montaña Sagrada, del chileno Alejandro Jodorowsky.

Foto del Camaleón, de la Montaña Sagrada.

Otra de sus colaboraciones para Jodorowsky, requirió ir de noche a los mercados del DF a capturar cientos de ratas espantosas, grises y callejeras; descendientes de las que venían en los barcos de los españoles para que despavoridas corrieran por las calles, tal como lo hicieron al llegar a Veracruz.

Con Jodorowsky filmaron, además, El Topo y Santa Sangre.

Pero sin duda, la estrella de su zoológico y el más querido de sus animales fue el chimpancé Chucho-Chucho; que acompañaba los conciertos y espectáculos de violín de Olga Breeskin.

Pero todo terminó por un capricho del presidente Carlos Salinas de Gortari, que quiso construir precisamente en el 70 por ciento de los Estudios Churubusco donde estaba el zoológico de los hermanos Gurza, el Centro Nacional de las Artes.

Arbitrariedad que despojó a mucha gente de la industria cinematográfica y afectó seriamente la vida de miles de familias que de ella vivían.

Y causó la muerte a muchos animales, porque quedaron en manos de gente que no sabía cuidarlos.

Entre ellos, el último Chucho-Chucho; digo último, porque cuando murió el primer chimpancé con este nombre adquirieron otro al que bautizaron igual, y que tras el despojo fue enviado por Salinas al zoológico de Chilpancingo.

Fotos del elefante, cortesía de Yvette Gurza.

Cuando Yvette y Miguel fueron a visitarlo, se dieron cuenta que no era su chimpancé y como él tampoco los reconoció, se puso muy agresivo.

“Lo que nos sorprendió mucho, porque era como de la familia, nosotros lo educamos, convivimos con él muchos años y apenas nos veía se ponía contento, corría, nos abrazaba y hasta besos nos quería dar”, contaba Miguel.

Pensaba por eso que el verdadero Chucho-Chucho había muerto al poco tiempo del desalojo y para evitar un escándalo en la prensa, fue sustituido por otro.

Lo que confirmó Hugo Stiglits, que actuó junto a Chucho-Chucho en las películas Robinson Crusoe y Viernes en la isla encantada y al verlo en Chilpancingo, advirtió que no era el mismo.

Sencillo, campechano y magnífica persona, pese a trabajar en un medio tan complejo como es el artístico, no se le conocieron a Miguel escándalos ni excesos.

Y fue original hasta para su destino final, porque sus cenizas reposan junto a las de su primer Chucho-Chucho.

Descanse en paz.