Los cuentos de los mil y un días después

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Eduardo Meraz ________

Luego de los mil y un días, con sus respectivas noches, donde también se registraron varios decesos de niños y niñas con cáncer, finalmente el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador garantizará -tiempo futuro- los tratamientos y medicamentos para los infantes que padecen de esta enfermedad.

Durante este periodo, la administración cuatroteísta, adoptando el papel de Scherezada, contó a los padres un cuento diferente cada día sobre por qué la escasez o inexistencia de los medicamentos necesarios y suficientes le imposibilitaba cumplir con su obligación constitucional.

Entre las fantásticas historias más socorridas, que incluso llegaron a narrarse en el principal foro, las mañaneras, era la corrupción existente en el sector salud y su combate, cancelando contratos, lo cual limitó las existencias de las medicinas.

Después, fue la política de austeridad franciscana, mediante la cual se redujo el presupuesto al sector salud que, sumada a la ineficacia de sus directivos, generó subejercicios en el gasto público, auténtica y literalmente representó un austericidio para la infancia con cáncer.

Asimismo, el realismo mágico con el que opera el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), optó por la contratación de un organismo de las Naciones Unidas para hacer la compra consolidada de las fórmulas médicas requeridas por el sector. Contratación que resultó ser un fiasco absoluto.

A la fecha, cientos de claves médicas no han podido ser surtidas mediante este mecanismo, por lo cual las instituciones de salud están teniendo que recurrir a compras directas con las malvadas farmacéuticas, a costos más elevados, para tratar de remediar el grave desabasto de medicamentos existente.

La firmeza con la cual han actuado en fechas recientes los padres de familia de los niños y niñas con cáncer, que ha implicado bloquear el acceso a la Terminal Uno del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, operó como si frotaran la Lámpara de Aladino y saliera el genio que les concedería el deseo de contar con los fármacos.

Eso sí, el genio de la lámpara de la administración lopezobradoriana, se cura en salud, al afirmar que la atención a la salud de la infancia es una prioridad, y para ello está garantizado el abasto de medicamentos oncológicos para niñas y niños que viven con cáncer, por supuesto sin precisar fechas.

Autoridades del ramo se reunirán todos los miércoles con padres y madres de niñas y niños con cáncer, con el propósito de informarles de manera clara, oportuna y transparente sobre avances en la compra y distribución de los medicamentos dentro del Sistema Nacional de Salud.

Sin embargo, corresponderá a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), llevará a cabo los procedimientos necesarios para constatar la eficacia y calidad de los medicamentos oncológicos, cuyas decisiones en fechas recientes dejan mucho que desear, sobre todo en lo relativo a las vacunas contra el Covid-19.

Y no es únicamente en este caso, sino prácticamente en todos los renglones públicos donde, después de mil y un días, el presidente Andrés Manuel López Obrador sale todas las mañanas a contarnos un cuento -no siempre diferente- para que el pueblo, que es el que manda -el que da y el que quita-, no le retire el mandato.

He dicho.

EFECTO DOMINO

También deben ser asunto de Estado los decesos de los niños con cáncer, los de VIH, el exceso de mortalidad por Covid-19 y todas las muertes por violencia, que, en conjunto, rondan las 600 mil y no sólo las de los 43 de Ayotzinapa.

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