GM Silao, tumba de la CTM

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El otro dato

Juan Chávez ______

Cómo se quiera ver, el rechazo de la mayoría de los trabajadores de General Motors Silao al contrato colectivo firmado por la Confederación de Trabajadores de México (CTM), entraña la sepultura de la poderosa central obrera dirigida por más de 50 años por el añejo y ya muerto líder Fidel Velázquez.

Cuenta como singular evento para que otras agrupaciones sindicales tomen el ejemplo y se sacudan la inicua explotación del sistema cetemista que hasta ahora domina el mayor número de contratos colectivos de trabajo.

La Ley Federal del Trabajo, la reforma laboral y el Tratado de Libre Comercio México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), constituyeron el pilar para la votación libre y secreta de los trabajadores que casi abarcó 24 horas continúas.

La planta de Silao fue construida en 1995, tras la apertura comercial con Estados Unidos y Canadá bajo el paraguas del desaparecido TLCAN. Desde entonces, varios sindicatos han representado a los trabajadores del complejo, pero todos han estado ligados a la CTM.

La Ley Federal del Trabajo establece que los trabajadores tienen el derecho de elegir si forman parte o no de un sindicato. Incluso, en una misma fábrica, puede haber empleados sindicalizados y otros que no lo estén. Pero los trabajadores consultados aseguran que ellos no tuvieron esa oportunidad. “Cuando te contratan, tienes que firmar tu afiliación al sindicato. No te preguntan si quieres o no. La tienes que firmar”, explica Sergio Contreras, un ex trabajador de la planta que en 26 años de servicio estuvo en las áreas de ensamble, carrocería, estampado, pintura y calidad.

Un experto de la UNAM explica que esto ha ocurrido porque los sindicatos de la CTM, que también califica como “sindicatos de protección patronal”, en muchos casos negocian condiciones laborales que rozan el mínimo de la ley. “Normalmente negocian más en función de los intereses de la empresa que de los trabajadores”, asegura.

Hoy, el 87% de los sindicatos de las armadoras está dentro de la CTM.  Apenas el 10% de las plantas del sector se encuentra en manos de sindicatos independientes  y el resto corresponde a sindicatos de empresas.

Extrabajadores de la planta de Silao, que laboraban en la fábrica hasta el año pasado, aseguran que en los más de 11 años que lleva el sindicato de la CTM en el complejo solo se ha hecho una asamblea y afirman que nunca les entregaron las cuentas sobre la disposición de las cuotas sindicales.

En el recibo de pago de un trabajador, se refleja el cobro de una cuota sindical semanal de 65 pesos. En otros, el descuento es de 87. “Si multiplicamos esta cantidad, que en promedio es de 75 o 76 pesos, por cada uno de los 6,494 empleados sindicalizados que laboran en Silao, es casi medio millón de pesos a la semana”, dice Eugenio Cervantes, un extrabajador, mientras usa su teléfono como calculadora. “¿Dónde está todo ese dinero?”, se pregunta.

Jerry Dias, presidente del sindicato canadiense Unifor —que representa a 35,000 trabajadores del sector automotriz en ese país— tiene los números claros. Los trabajadores de General Motors en Canadá ganan, en promedio, 32 dólares por hora. Si se añaden prestaciones a este sueldo base, el salario supera los 50 dólares la hora. En Estados Unidos —dice— es un monto similar. En contraste, los trabajadores de la planta de Silao ganan, en promedio, 2 dólares por hora.

Hoy, México es el séptimo productor mundial de vehículos y el cuarto exportador global. En el pasado, los sindicatos de Estados Unidos y Canadá han acusado a su socio comercial de echar mano del trabajo barato y de un peso depreciado para atraer inversiones automotrices. Pero a todo eso apunta la valiente actitud de los trabajadores de Silao; se avizora el entierro de la CTM y la explotación de la que es víctima la clase laborante mexicana.

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