Felicitación del obispo a las mamás

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M.V.Z. Salvador Cisneros Guzmán

M.V.Z. July Barba Sánchez

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En esta ocasión quiero dirigir un saludo y una felicitación muy especial a todas las mujeres que tienen la dicha de ser MAMÁS.

Lunes 9 de mayo de 2022.- Esas mujeres a quien Dios puso en su ser la gran virtud y responsabilidad de ser madres. A Ustedes madres preciosas, a quiénes con su amor sin límites, con su abnegación y entrega total se convierten en estrellas luminosas para marcar a sus hijos una senda segura; se convierten en ángeles custodios que nunca se cansan de pedir a Dios por el bien de sus hijos; en maestras que forman, educan, consuelan y también hacen brillar en sus ojos lágrimas por penas o por reflejar alegrías. En esta mañana hago un reconocimiento a todas ustedes Madres por su noble y grande misión.

 Hoy quiero dirigirme, en primer lugar, a todas aquellas madres cuyos inviernos han dejado su cabeza blanca. Sí, a ustedes que formaron parte de la generación que combinó solidez y ternura. Ustedes que supieron continuar con la herencia de sus mayores y que con respeto cuidaron la herencia de la fe y la transmitieron. Ustedes que fueron de certezas. A ustedes que en la austeridad o en la pobreza, fueron capaces de tener confianza en la providencia, que no tuvieron miedo por 3, por 4, por 5 o hasta más hijos, porque gracias a ustedes muchos de nosotros conocimos la luz del sol y ahora formamos parte de la familia humana, pero, sobre todo, formamos parte de los llamados a gozar de la ternura y la belleza de Dios. Sé que ahora están cansadas, tal vez con enfermedades por haberse gastado generosamente, pero estoy seguro que Dios les tiene un lugar muy particular por su corazón generoso y fecundo. A Ustedes, Madres adultas y abuelitas, les invito a que sigan siendo cimiento y fortaleza para las nuevas generaciones, que a veces no sabemos cómo afrontar la vida como lo supieron hacer ustedes.

¿Qué les puede decir un hijo a las madres que ahora afrontan el calor del medio día y el desafío del acompañamiento y la educación?, a aquellas madres de la turbulenta adolescencia y del cuajar de la juventud. Sí, a ustedes que hoy son asediadas por preguntas sin respuestas, retos y desafíos de los hijos en crecimiento. A las que crecieron en el juego sencillo de las tardes y tienen hijos de ustedes y de la tecnología. A ustedes que les toca luchar contra la ideología de género y de la unión libre, a ustedes que quieren seguir el ejemplo de sus mamás y se encuentran con una generación obediente a las dictaduras externas pero indiferentes a sus palabras.

A ustedes que nunca se imaginaron de la debilidad de las instituciones y que se sienten solas en la aventura del acompañamiento, entre el tumulto de tantas voces que ensordecen y dictan su “verdad amañada”. A ustedes que pareciera que no tienen a dónde ir porque todo parece hacerse añicos… Cuántas cosas llevan ustedes en su corazón y cuánta soledad puede llevar su corazón cuando el mismo compañero ha renunciado o tal vez jamás quiso con seriedad hacer camino con ustedes. A ustedes madres de adolescentes y jóvenes que han tenido que jugar dos papeles sin haberlos buscado.

 A ustedes les invito a que resistan a la tentación de ceder porque no se puede luchar contra el mundo. Ustedes son en este momento las que tienen en sus manos la forja de personas, a pesar de todo. Ustedes tienen que combinar la dulzura y la reciedumbre, la comprensión y la reprensión. A ustedes dirijo mis palabras de ánimo y consuelo.

También dirijo una palabra a ustedes que comienzan a ser madres ¿Qué les dice un hijo a ustedes? Ustedes que nacieron cerca del dos mil, cuya infancia pasó casi sin advertirla, porque les ha tocado el torbellino de nuestro tiempo. A ustedes que les ha tocado la tierra movediza, sin certezas y sin asideros, a ustedes que son jaladas por tantas fuerzas, a ustedes que las llaman de todas partes para que se unan a las manifestaciones contra lo establecido y lo natural.

A ustedes que les ha tocado formar parte de la generación del malestar y del desencanto, a ustedes que las invitan a rebelarse contra la misma naturaleza para inventar una nueva a nuestro capricho… a ustedes que les ha tocado crecer en la negación de lo femenino, de la religión y de los sacramentos. Para ustedes que viven su primer 10 de mayo con su niño en los brazos. A ustedes les invito a que dirijan su mirada a una madre joven, que en Nazaret vivó consagrando su juventud a su fe y a su Niño Jesús. Ella intercederá por ustedes para que tengan la plena certeza de que no malgastan su feminidad siendo madres, sino que es precisamente expresión de su ser mujer.

Finalmente, dirijo un pensamiento a aquellas madres que, en su cama, en su silla de ruedas o en su caminar cansado dejaron todo por darnos la vida. A todas aquellas cuya palabra ha quedado agotada y que hoy hablan con su debilidad física. A ustedes les saludo con gran admiración. Ustedes cuya fortaleza es la plegaria sin palabras, porque el tiempo y la enfermedad les ha arrebatado casi todo y han quedado casi en blanco. A ustedes que se llenaban de alegría al saber de su repetido ser mamá, pero que ahora sufren el silencio de casa y sólo queda un débil recuerdo de la algarabía. Ustedes que son visitadas únicamente en el momento más grave para quedar después en la apacible y prolongada tarde o noche. A ustedes que se desgastaron por completo en el olvido de sí mismas. A ustedes les agradecemos por su generosa fecundidad… A ustedes generación casi extinta, riqueza de nuestra fe y nuestra cultura. A ustedes mamitas les agradecemos y pedimos disculpas por dejarlas con la única compañía de sus sueños y plegarias para que nos vaya bien.

En fin, un saludo a todas ustedes madres, en la circunstancia que se encuentren. Les exhorto a no dejar de ser femeninas y madres, pero sobre todo sigan siendo orientadoras tiernas y firmes a la vez, sean o no valoradas lo suficiente, pues estoy seguro de que la más grande satisfacción es saber que su vida no es inútil, sino un destello del amor y de la chispa divina.

Que el Señor les recompense lo que nosotros, sus hijos, ni podemos, ni siempre nos esforzamos por hacerlo.

¡Mamás de esta querida Diócesis de Aguascalientes, ¡Reciban de su Obispo un abrazo, mi respeto y mi agradecimiento! ¡Muchas felicidades!