El otro dato
Juan Chávez __________
Donde hay conciencia hay seriedad. Estados Unidos ha decidido de nueva cuenta, ante el agresivo incremento de casos Covid-19, que se vuelva a usar cubrebocas en los espacios cerrados y abiertos.
Aquí, Viva la Virgen: regreso presencial a las escuelas el 30 de agosto. No hay excusa. Tampoco importa un bledo, a quien tiene que importarle, que para dentro de casi cinco semanas, el país estará inundado por la cepa Delta que está volviendo a llenar los hospitales de enfermos de C-19.
La semana pasada, el presidente López Obrador lo sentenció con un “llueva, truene o relampaguee”, en referencia clara al regreso presencial a las aulas, con el arranque del nuevo ciclo escolar.
Es de desear que el virus no haga de las suyas y deje en paz a los niños, adolescentes y jóvenes que en casi 30 millones estarán de retorno a los planteles, tras más de año y medio que los mantuvo en casa, en sus “cursos a distancia”.
Pero López Obrador ha dejado la puerta abierta. El retorno no será obligatorio para nadie. Es opcional y las familias que no quieran enviar a sus niños a la escuela, seguirán en cursos a distancia, con la misma validez que si estuvieran frente a los maestros.
La tercera ola, no obstante las cifras de contagio que registra, está siendo desestimada. Autoridades federales y algunos gobiernos piensas que porque la ola no ha causado tantos fallecidos como las dos primeras, permitirá un “exitoso” regreso a clases.
El hecho es que la Ciudad de México y otras entidades retornaron a semáforo naranja y Sinaloa está en rojo.
Señalan que el avance en el proceso de vacunación y el hecho de que ahora se estén enfermando los más jóvenes, permite suponer que los efectos serán más leves.
Y por esa razón las autoridades locales, como la Jefatura de Gobierno de la CDMX, simplemente cambian el color del semáforo sin aplicar ninguna medida diferente.
La explicación es que al cambiar el color del semáforo solo quieren alertar a la población de que hay más riesgo.
Considerando el promedio semanal, el nivel de contagios que hoy tenemos en el país alcanzó 12 mil 768 nuevos casos por día. Esta cifra prácticamente está por duplicar el pico máximo que tuvimos en la primera ola en los primeros días de agosto de 2020, al llegar a poco más de 6 mil 900 contagios por día.
Nos encontramos también 27 por ciento por abajo del nivel máximo al que se llegó en enero, cuando el promedio semanal fue de casi 17 mil 600 nuevos casos.
No tengo la menor duda de que en cuestión de semanas estaremos por arriba de esa cifra y alcanzaremos el máximo de toda la pandemia en agosto.
El número promedio de fallecidos, en efecto, es por ahora significativamente menor. En este momento es de alrededor de 300 frente a los más de 700 de la primera ola y los poco más de 1 mil 300 promedio de la segunda.
No dudo, sin embargo, que el número se va a ir para arriba, aunque no sé si se alcancen los registros de agosto o febrero. De cualquier manera, se va a tratar de un número inaceptablemente alto.
Y, pese a que afortunadamente se ha acelerado la vacunación, el porcentaje de vacunados sigue siendo muy bajo. Solo 18.4 por ciento de la población tiene el esquema completo, mientras que otro 13.9 por ciento tiene al menos una dosis.
La variante delta exige que, para obtener la inmunidad colectiva, al menos 80 por ciento de la población se encuentre vacunado con esquema completo, para lo cual aún se deben aplicar aproximadamente 110 millones de dosis.
En un escenario optimista en el que apliquen 800 mil vacunas por días, nos faltarían 137 días, lo que implica que hacia el final de este año probablemente estaríamos llegando al objetivo de vacunar a 80 por ciento de la población.
Al 30 de agosto, fecha de inicio del año escolar, podríamos aspirar optimistamente a tener un 30 por ciento de vacunados con esquema completo.
Con un porcentaje así, ni lejanamente ofrece una seguridad razonable para el regreso a las clases presenciales. Y de corazón, espero estar equivocado. Los niños son el tesoro de México… ¡y no hay vacuna para ellos!