¿El triunfo del golpismo atrabiliario y sangriento?

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Francisco Rodríguez ___________

La cultura es la obra superior del ser humano. Y aunque Carlos Monsiváis la definía como “aquello que recordamos después de que olvidamos lo que aprendimos”, la cultura es producto directo del conocimiento, y éste lo es de la observación, la investigación y del estudio. La sensibilidad en las artes, las letras, las ciencias y la política se decanta, entonces, del conocimiento…y es sabido que lo que natura non da, Salamanca non presta.

Quien no ha cultivado su parcela cultural, decían las abuelas, es más necio y más bruto que un arado. Los incultos son insensibles, aferrados y atarantados. La ignorancia y la insensibilidad son sinónimos de insensatez. Las dos, necesariamente complementarias, ‎son las únicas prendas que posee un gorila, atrabiliario y sangriento.

‎Esos dos atributos son los enemigos primigenios de cualquier manifestación democrática y de cualquier Estado, pues éste es la obra suprema de la cultura y de la sensibilidad, simple y llanamente.

Recordarlo un 10 de junio es necesario y primordial. Hace 50 años los gorilas asesinaron al pueblo justo. Las bestias en el poder usurpado se llenaron de sangre. Hace 50 años, como en 1968, nos dimos cuenta de que el Estado debía servirle a la Nación.

El golpismo está en el ADN de los nefastos e incompetentes 

Recordar 1968 y 1971 es no sólo necesario, sino esencial. Es el parteaguas del México moderno, una formación cultural que en estos momentos se encuentra amenazada de muerte por los zafios, por los sicarios del pueblo. El golpismo está en el ADN de los nefastos e incompetentes.

El golpismo y la destrucción del Estado es siempre la respuesta de la ignorancia a lo que jamás entiende, lo que jamás podrá resolver, la puerta falsa es la única salida y con ella, la muerte súbita de toda la cultura.

Al no saber qué hacer con el Estado, los mamarrachos se dedican a succionar el presupuesto, y a reprimir para acallar las voces, aprovechar el analfabetismo político, económico y cultural, burlarse del sistema, de sentido común, de la ética, de los enfermos terminales y de todos.

Dentro de poco, cumplirá doscientos años en vigor un sistema que ha girado en torno de una fantasía heroica, el presidencialismo. Sujetos omnipotentes e imperiales que no han respondido jamás ante la Nación, que no han sido tocados en sus despropósitos por un país complaciente, derrotado ante el temor reverencial y sus fantasmas del pasado.

El poder omnímodo y sin controles se dedica al pillaje 

Y sin embargo, la amenaza de seguir padeciendo estas condiciones infrahumanas es real: el sistemita se ha armado hasta los dientes para humillar a base de las Fuerzas Armadas, al costo de lo que sea. Ahora hasta con misiles y torpedos.

No importa si borrando todo vestigio de conciencia crítica, masacrando a los inconformes y adversarios al lenguaje monocorde, no importa si lo logra complicitándose con la delincuencia del trasiego al extremo de lograr la muerte de todos. Al fin y al cabo, el entramado descansa esencialmente en las neuronas y los nervios atormentados de un sujeto manipulado, influenciado y borrado constantemente del escenario.

Un presidente tradicional, con trastornos psiquiátricos, afectado en sus pocos haberes de aprendizaje, memoria y falta congénita de reacción ante lo importante y ante lo urgente. Jefe de Estado y de Gobierno que no ata ni desata.

En todo descampado, el poder omnímodo y sin controles se dedica al pillaje y a la depredación ante los ojos azorados de todo el mundo. Siempre ha sido igual, y hoy no tiene por qué ser diferente. Todos galopan sobre el mismo cuaco y el que venga atrás que arree. Él sólo cumple con prometer al futuro imposible el paraíso terrenal para los desheredados, para los hambrientos, que han resultado también sus opositores.

El desprecio a México ha sido proverbial, emblemático, obsceno 

Brilla por su ausencia, igual que siempre, la posición programática de toda bandera de redención y de izquierda. El país se ha quedado sin voz de alerta, ante su mayor desgracia, ante su peor tragedia. Hay una tendencia demencial a revolver las fichas, hacer la sopa y dejar las mismas mulas. El sistema es impenetrable en la conservación de los desequilibrios y desigualdades, en la entronización de los incompetentes irredentos.

El desprecio a México ha sido proverbial, emblemático, obsceno. Los que mandan en las faramallas seudo cívicas ejercen el poder para lo único que saben hacer más o menos bien: robar, mentir y matar, los verbos que caracterizan a los últimos diez presidentillos mexicanos‎, desde Díaz Ordaz a nuestros días.

Cero tolerancia hacia los principios elementales de la justicia y con una proclividad contumaz a la rapiña y la desigualdad. La inmensa masa de desheredados ha sido violentamente manipulada por la ignorancia, la rapacidad, la incompetencia y la impunidad, la biblia de los encumbrados.

De lo que se trata es que todos seamos iguales en la desgracia 

Winston Scott, el director de la CIA en México durante el último período del Gorilato, se encargó de revelar que López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría, entre otros más, conformaban la red de informantes «Litempo». Todos, colaboracionistas‎ con los intereses del Tío Sam. Todos, golpistas

La miseria prevaleciente los delataba en su ferocidad e inacción. Nunca movieron una pestaña en apoyo de algún pueblo serrano, o costeño ‎o del Altiplano. Una comedia bufa, muy parecida al santanismo.

La gente pregunta: ¿Qué diferencia puede haber entre los Litempos, orejas del Imperio y el actual, que llegó bendecido y resguardado por los acuerdos extra nacionales firmados en Nueva York con Donald Trump por el presidente que ha jurado que primero los pobres?

Ninguna. Se trata de que todos aprobemos la molicie, la indolencia, el robo y el asesinato en despoblado.

Se trata de que todos seamos iguales en la desgracia. Se trata de construir no una Nación, sino un pueblo humillado y saqueado hasta la médula.

El triunfo del golpismo atrabiliario y sangriento. Y de los ignaros 

Por ese camino no se va a ninguna parte, aunque digan que ya vienen de regreso.

No hay mejor fórmula de la tragedia que viene que doblar la cerviz ante los descastados.

‎El triunfo del golpismo, atrabiliario y sangriento.

El triunfo de los ignorantes compulsivos.

¿Usted qué cree?

Índice Flamígero: Emitió un comunicado la Comandancia General del Ejército Popular Revolucionario respecto al halconazo del 10 de junio de 1971 en el que señala, entre otras cosas, que “… con el paso del tiempo, desde la institucionalidad se le ha apostado al olvido para diluir el hecho histórico y garantizar impunidad a los responsables, un mecanismo que hasta la fecha da vida y cubre con el manto de la impunidad a viejos y nuevos crímenes y criminales de Estado; es el modus operandi de la criminalidad del Estado mexicano que sólo en el discurso reconoce “los hechos lamentables de la historia” pero en la práctica mantiene vigente la maquinaria represiva de Estado, que se nutre y perfecciona con la experiencia que ha significado el cometido de múltiples crímenes de Estado en el pasado para sofocar la voluntad popular de combatir” y concluye: “La masacre del diez de junio, así como otros crímenes de Estado cometidos contra el pueblo, jamás deben ser olvidados, mucho menos perdonarse, constituyen un llamado a redoblar esfuerzos en la exigencia de justicia para las víctimas y castigo a los criminales de Estado. Si la justicia no emana de las instituciones burguesas, los oprimidos y explotados tienen el legítimo e inalienable derecho de ejercer la justicia popular.”

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