El callejón de las almas perdidas (2021), de Guillermo del Toro

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Gillian Turner _______

Stanton (Stan) Carlisle (Bradley Cooper) empieza su aventura solo, sin más posesiones que un pequeño radio. Termina su aventura solo, y sin nada – sin siquiera un pequeño radio.

Es el año 1939. Stan Carlisle, solitario, taciturno, busca trabajo sin que le hagan preguntas. Encuentra justo eso en una ruinosa feria ambulante poblada de “friquis” e inadaptados. El más “friqui” de todos es un “geek”: un borracho perdido disfrazado como monstruo, que mata gallinas a mordidas y bebe la sangre.  Stan debe trabajar duro, y el pago es poco. Pero nadie le hace preguntas. Paulatinamente Stanton se acomoda. Entre sus nuevos amigos está la pareja compuesta por Zeena (Toni Colette) y Paul (David Strathairn), que juntos tienen un show de “mentalismo”. Zeena es supuestamente clarividente, Paul le pasa las respuestas correctas, mediante un complicado código con palabras y números. Stanton, ambicioso e inteligente, aprende la rutina rápidamente.

Enamora a la bonita Molly (Rooney Mara), “la mujer eléctrica”. Juntos escapan de la feria para buscar fortuna en la gran ciudad. Hacen una pareja carismática y atractiva y con su show de “mentalismo” cautivan a los públicos elitistas en las grandes ciudades. Disfrutan de la fama y la fortuna. Una noche a Stan le reta la bella y enigmática Doctora en Psicología Lilith Ritter (Cate Blanchet). Se entabla una relación. Ella sugiere a la pareja que incursione en el espiritualismo, donde se puede hacer mucho dinero. Todo va bien. Y luego todo empieza a desmoronar. Entre violencia, muerte, engaños y abandono, Stan vuelve a estar solo – ahora más solo que nunca, más desposeído, más vulnerable. Su destino final es inevitable, como su risa de desesperación lo delata.

La película dibuja un círculo. Es la crónica de un hombre que vuela demasiado alto, cuya codicia le ciega y que hace su caída aún más estrepitosa.

Aquí no hay bestias o monstruos fantásticos que pueden hasta despertar la ternura. Los monstruos son seres humanos, y por eso son más espeluznantes, más desalmados.

No he leído la novela de William Lindsay Gresham, y tampoco vi la primera versión cinematográfica de 1947, con Tyrone Power. En 1947 yo solamente veía películas de Lassie. Así que llegué a ver la de Guillermo del Toro sin opinión anterior. ¡Y qué película! Las locaciones interiores de Buffalo, NY son bellísimas, con opulentos diseños “art deco”, filmadas con una especie de luz ámbar que invita a la nostalgia. Otro sitio es un jardín formal, con cierta similitud al palacio del Petit Trianon en Versailles. Está filmado con un manto de nieve que delinea los pasillos, los arbustos, los diseños geométricos de los jardines.

Es una película donde no sale el sol. O llueve a cántaros. O nieva. O es de noche. El responsable de la cinematografía es Dan Laustsen, danés, quien ya había colaborado con Del Toro en la película La forma del agua (2017).

El reparto de la película es tan impresionante como lo es la imagen. Bradley Cooper, ese actor que desborda simpatía, se mete dentro de la piel de Stan Carlisle, el estafador y manipulador que a la vez irradia encanto. Cate Blanchett es magnífica como la doctora psicóloga, tan manipuladora y avara como Stan. Toni Colette interpreta a Zeena la clarividente y lectora del tarot. David Strathairn es Pete, alcohólico, marido de Zeena, que enseña a Stan algunos de los secretos del supuesto “mentalismo”. Rooney Mara es la bella Molly, perdidamente enamorada de Stan aunque al final lo ve por lo que es. Y hay tantos más: Willem Dafoe, Ron Perlman, Mary Steenburgen, Richard Jenkins (quien también trabajó con Del Toro en La forma del agua), para mencionar a solo algunos.

Por favor, vayan al cine para ver esta estupenda película que por lo pronto no está disponible en plataformas de streaming.