Del Despiporre intelectual   6 (seis)

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M.V.Z. Salvador Cisneros Guzmán

M.V.Z. July Barba Sánchez

Local 108

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Urgencias: 449 110-7792

Carlos Ravelo Galindo, afirma: ___________

Antes queremos admitir, como nos dicen en Cinco Minutos, y nosotros compartimos. Es cierto que vivimos ahogados por las malas noticias.

Qué puede hacer uno con tanto sufrimiento. Cada vez estamos mejor informados del mal que nos asola.

Y cada vez nos sentimos más impotentes ante ello.

 Emisoras de radio y televisión. Noticieros y reportajes. Prensa, casi en general, descargan sobre nosotros una avalancha de noticias de odio. Guerras. Hambres y violencia, Escándalos grandes y chicos.

Los “vendedores de sensacionalismo” no parecen encontrar otra cosa más importante en nuestro planeta.

La increíble velocidad con que se extienden las noticias y los problemas nos deja desconcertados.

Cambiemos tanta falacia por la risa, que es mejor. Y tiene gracia.

Otro despiporre y su ingenio.

Nacido en 1838, el poeta zacatecano Luis G. Ledezma sembró el último tercio del siglo pasado y el primer cuarto del actual con centenares de epigramas, retruécanos y toda clase de ingeniosas alteraciones idiomáticas que el pueblo repetía regocijadamente.

Su conocimiento del idioma, adquirido mediante un reiterado ejercicio poético, lo llevó a convertirse en un formidable calamburista, en un desenfadado artífice del impudor literario.

 La malicia del mexicano en el aspecto erótico-sexual (caracterizado algunas veces por sublimidades freudianas), encontró así en Ledezma a su más fiel intérprete.

Rubén M. Campos, espigador impar del folklore literario de México, dice él:

El arte de Ledezma consistía en vertebrar frases alternadas que aparentemente eran de una inocencia infantil, pero que escuchada por oídos malos significaban dicterios que hacían desternillar de risa o sublevaban como un fuetazo.

En 1923, año de la muerte de Luis G. Ledezma, su legado humorístico permanecía inédito (todavía hasta la fecha nadie se ha interesado en inventariarlo siquiera, que sepamos), y solamente algunos de sus amigos, como el mencionado Rubén M Campos, nos han obsequiado con ejemplos estupendos:

Un conocido yesero dos Cupidillos vació

y a dos chicas los vendió para adornar un ropero.

 

El papá negó el dinero porque en el recibo dice:

“Pagan las niñas Eunice y la Guadalupita Mata

un par de pesos de plata por dos niños que les hice”.

El ducho arpista Llorente

Muy joven sordo quedó,

Y el arpa después tocó

Tan solo intuitivamente.

Pero Luz, muchacha ardiente.

Y arpista de gran talento,

viendo que el sordo irredento

ya el arpa no afinaría,

cuando el caso se ofrecía

le templaba el instrumento.

De pan apostó una torta con Don Juan Pérez, María,

por ver quien más correría

en una distancia corta.

El taimado agarró el pan,

Y la chica, ya en carrera,

Le cogió la delantera

Y ¡claro! Perdió Don Juan.

Aurora tiene un gorrión

y de él se preocupa tanto,

que casi derrama llanto

si lo sacan al balcón.

Si lo meten, su aflicción

es más desconsoladora.

y con su pájaro Aurora

diariamente nos irrita,

pues si se lo meten, grita,

y si se lo sacan, llora.

El humorismo de Ledezma, sin embargo, baja de tono en otras ocasiones, sin perder su inevitable matiz satírico

-Muchacho, lleva este apunte

a Don Blas el de “La Selva “,

y dile que lo devuelva

después de que lo trasunte.

-Ya entiendo: llevo a Don Blas

este papel y le digo

que lo devuelva conmigo

después de untárselo atrás.

Y una muestra de cómo Ledezma jugaba con el alfabeto:

B  b  y  x  a  c

mi señor don Blas,

Y  e  t  a  i  s  5  p

que le quiere dar

Q  k,  c  k  i    j

de tan buen papá

V  y  a  q  d  i  a  c

que se acueste el tal.

En muchas ocasiones hemos oído a un obrero, aun chofer de taxi, a un fígaro de barriada, a una mariposilla irredenta o a un militar inválido y desencantado de sus servicios a la patria, declamar de memoria Antonio Plaza, algunas veces sin conocer sin conocer siquiera la procedencia de los versos.

Y que el pueblo prohíje la voz de un poeta, que la haga la suya y que como tal la transmita a los demás, es un fenómeno que se ha producido en la historia de la literatura mexicana en honor de muy pocos: Sor Juana, El Negrito Poeta, Guillermo Prieto, Luis G. Ledezma, y en la actualidad Renato Leduc.

Ledezma fue también un malabarista ortográfico, como lo demuestra la correspondencia que se suscitó entre él y Ramón del Valle, cuando este otro ingenioso humorista le envió la siguiente cuarteta laudatoria:

A Samuel (Luis G. Ledezma)

Samuel (coma) voto a tal que tus versos todos juntos

son magníficos (dos puntos) muy buenos (punto final)

 

Y a Ramón Valle

Leí con (admiración) y al ver tu rima preciosa (coma) me dije Ramón (punto y coma) pero son buenos mis versos o es cosa

de sueño (interrogación)

La respuesta no me callé.

El autor de aquella letra (otro punto y coma) Valle (nueva coma) así lo impetra Este vate de mal talle Tonto (coma) rudo (etcétera)

De los disparates gusto

con mis versos repulsivos

y (entre paréntesis) justo

son duros como incisivos

(otra coma) causan susto

y (puntos suspensivos)

 

Con que así diga el autor

del ingenioso cartel

que encuentra de halagador

cuando emborrona papel

tan rústico trovador

como el estulto.

craveloygalindo@gmail.com

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