Con la verdad nos apabullan

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Carlos Ravelo Galindo, afirma: _________

Nos gratifica cuando gente calificada, escritores, nos participan de su quehacer literario. Cuando nos critican o nos ponderan, aprendemos.

Hoy, dos de ellos, doña Gaby Vargas y José Antonio Aspiros Villagómez, y anteayer Teresa Gil, con quienes coincidimos nos comparten sus experiencias en el arte de escribir y describir sus conocimientos.

Y nosotros con integridad los compartimos con humildad.

Primero ella. Y para concluir, él.

“Ese poder de elegir –privilegio de los seres humanos– es capaz de crear milagros. No es necesario enfadarnos o discutir con alguien para propiciar un tropiezo; basta traer a la memoria un momento de plenitud o resentimiento, para que nuestra energía cambie radicalmente.

No cabe duda que cada paso, cada iniciativa, cada decisión es una aventura en la que somos la fuerza creativa de aquello que amamos o soñamos hacer.

En ese camino todo se imbuye de la energía con la que hacemos las cosas.

Necesitamos hacer del pensar y sentir con certeza, amor, entusiasmo por la vida y por lo que hacemos, un hábito, para que el mundo así nos lo regrese.

La escritora, en todo el sentido de la palabra, nos apabulla con su lúcido pensamiento.

 Ella Gaby Vargas escribe y nosotros compartimos la profundidad y claridad de sus conceptos.

Hace un tiempo discutía enfadada con una de mis hijas, mientras bajaba las escaleras empedradas de una vieja hacienda en el estado de Yucatán. En uno de los escalones pisé en falso y me torcí el pie. El accidente, claro, no fue casualidad, lo causó mi estado de desarmonía y el hecho de no estar presente en mis acciones.

Así de simple, estamos en un universo en el cual todo es vibración, nos regimos por el principio según el cual vibramos lo que somos y atraemos aquello que vibramos. Es posible que nadie, además de nosotros, detecte nuestra desarmonía interna, lo que no nos exenta de las consecuencias.

Es un hecho que nuestra frecuencia vibratoria puede cambiar durante la rutina diaria de acuerdo con el estado de ánimo, las horas de sueño, el estado de salud y demás. Sin embargo, para que algo se exprese se necesitan dos cosas: el sentir y el pensar, que representan las fuerzas creadoras, como lo son lo femenino y lo masculino. Juntos crean un campo electromagnético que transmite información que el universo replica como un eco.

Vivimos, experimentamos el sentir de nuestro pensar. Te invito a observar, por ejemplo, al quejoso a quien todos rehúyen, al optimista que emprende proyectos con éxito, al hipocondriaco cuyo tema constante de conversación son sus achaques, al temeroso al que muerde un perro y le pican los moscos cuando a nadie más le sucede, al que deambula por el mundo en modo “víctima” y claro, siempre le va mal, o bien a quien, con una actitud positiva hacia la vida, cumple los noventa años rodeado del amor de su familia. Esto como todo en la vida, es un tema energético.

Todos enfrentamos desafíos, nadie se salva. Sin embargo, cualquier reto lo podemos vivir desde la resistencia, el temor, el rechazo, la aceptación o la conciencia. El resultado, en cada caso, será diferente. ¿El obstáculo a vencer? La duda, esa asaltante que, como serpiente maligna, se desliza sigilosa para quitarnos la armonía y aniquilar cualquier sueño. Su manera de expresarse en nuestra vida es mediante los tropiezos, la enfermedad, la “mala suerte”, las desavenencias y demás.

En cambio, cuando el poder del amor, la certeza, la inspiración, el entusiasmo (Entheos, En + theos o “dios dentro”) nos habitan, nuestra energía es brillante, expansiva y luminosa. Por ende, los asuntos, las relaciones, la salud, los proyectos fluyen y se dan, como si un dios, en un rapto divino, tomara el mando de nuestra vida.

Hoy, el mundo, como es posible constatar, obedece no sólo a leyes lineales y replicables, como antaño se creía.

Como especie, vivimos un cambio crucial de conciencia, incluso hasta de era.

Es por eso que emocionan estos tiempos en que la ciencia se abre a la comprensión de la relación que hay entre nuestra biología, espiritualidad y actividad neurológica; tal como lo demuestra la debilitación de nuestro sistema inmunológico cuando el temor nos secuestra”.

Nos dice don José Antonio sobre los intelectuales que escribió otra escritora, doña Teresa Gil:

“Estimado amigo:

“Mi reconocimiento para doña Teresa Gil por estos conceptos y reclamos.

Ya antes he leído otros artículos suyos y me gusta su tratamiento.

Esta vez me recordó que si bien los periodistas no somos necesariamente intelectuales, nuestro trabajo sí lo es.

Parece un contrasentido, pero tiene que ver con el tipo de quehacer profesional que elija cada uno y la manera como aprovechen lo que el pueblo gastó en su capacitación, quienes la hayan logrado en las aulas de universidades públicas.

En mi caso no fue «el pueblo», sino mi abuelita quien pagó las primeras colegiaturas, y luego yo mismo al trabajar en una cocina de hospital y en un banco, para cubrir el resto de mi carrera.

En mi capacitación y especialización posteriores sí tuvo que ver «el pueblo», pues fue en instituciones públicas y organismos gremiales.

Desde luego, no tengo el tamaño intelectual de esos personajes de derecha a los que alude doña Tere Gil; no llego ni a las ligas menores.

Ella, en cambio, si tiene nivel, lo demuestra en sus textos y eso le da autoridad para hacer sus comentarios. Salud”.

Añadiríamos nosotros a la gentil Gaby Vargas con el texto que hoy publicamos y aún no lee el maestro Aspiros Villagómez.

craveloygalindo@gmail.com

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