Adalberto Álvarez, un caballero cabal

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La Habana (Prensa Latina).- Adalberto Cecilio Álvarez Zayas no fue solo el «Caballero del Son», sino mucho más que eso, un caballero cabal, de lo cual puedo y debo dar fe.

Coronel (r) Nelson Domínguez Morera (Noel) ______

Ocupó responsabilidades en los cuerpos de la Seguridad de Estado.

A los hombres como a las mujeres se les recuerda por sus acciones, y en este caso hay mucho que decir de este músico y ser humano integral.

En pleno inicio de la severa crisis económica de la década de 1990 que lo cubanos llamaron periodo especial, los jefes principales de dos unidades importantes del Ministerio del Interior -las cuales compartían el mismo edificio ya con mucho deterioro de lo que fue una transnacional petrolera norteamericana ubicada en pleno corazón de La Habana-, decidieron aunar esfuerzos en víspera de un aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

Eran días difíciles ante los que el mando conjunto quiso insuflar aliento a los jóvenes combatientes y reconocer sus sacrificios que ya se imponían con una magra ración alimentaria de una sola vez al día.

Esta consistía en un caldo más cascaras de plátano y boniato (batata) como única proteína vegetal que los mantenía al menos despiertos en sus quehaceres de enfrentar al enemigo, siempre hasta la madrugada.

ALTRUISMO Y DESINTERÉS

En medio de esa situación, conocimos a ese camagüeyano y más nunca lo olvidaremos. Acudimos a él y a su vez nos condujo a otros ya reconocidos músicos de los que solo recuerdo a Pablito FG, dado su cercano parentesco con uno de nuestros jóvenes combatientes.

La pretensión era atípica debido al momento, aprovechar la cercanía de un Círculo Social en el Malecón habanero, que después se destinara a la UJC, para intentar celebrar con «guachipupa» (refresco saborizado con sirope) y croquetas de las que se pegaban al cielo bucal, el cerrado aniversario.

Y así equilibrar con algún sesgo de alegría aquella inmensa batalla para que nadie nos arrebatara el optimismo y el sentido ético del éxito inculcado por el comandante en Jefe Fidel Castro.

De más está decir cómo casi masivamente concurrieron jóvenes y no tan bisoños militares a disfrutar el merecido paréntesis de alegría, e incluso echar algunos pasillos bailables sin descuidar del todo sus misiones principales.

El problema llegó cuando los encargados de logística preguntaron a Adalberto a cuánto ascendían sus honorarios y el de la orquesta para que les pagara su lúcido trabajo.

Allí mismo el legendario músico mostró toda su inmensidad, decencia, altruismo y desinterés poco común. Casi se ofendió y conminó al resto de los artistas a donar también su actuación, lo cual logró marcando pauta con su ya bien reconocido prestigio no solo como compositor, arreglista y director de orquesta, sino como verdadero revolucionario integral.

CON MODESTIA Y HUMILDAD

Otras veces, en diferentes escenarios, nos dejó su traza como un Caballero Cabal comentándonos lo difícil que le resultaba convencer a sus músicos viajar durante las giras internacionales en modestos pasajes de avión, en clase económica o turística, a fin de ahorrarle presupuesto a las empresas del Ministerio de Cultura.

Sin embargo, mientras otros afamados, resultantes deudores por impagos o atrasos, viajaban con mucha ostentación en la misma aeronave en una distinguida primera clase, fui testigo cómo se las ingeniaba para con dulzura paternal y alejado de rencores, intentar hacer entender a sus jóvenes discípulos de la orquesta.

El triste día del fallecimiento de su aguerrida madre volvió a mostrarse en toda su hombría y dignidad cuando acudíamos a la funeraria de Calzada y K a ofrecerle nuestras condolencias, en medio de sus deidades y atributos religiosos.

Sin proponérnoslo coincidimos en la espera de abrazarle con uno de aquellos también prestigiosos músicos que conocíamos aún contraían deudas financieras de peso para con él, y allí volvió a mostrarse como todo un Caballero Cabal.

Se incorporó de su asiento y fue al encuentro del deudor priorizándolo en la cola que se hacía y le abrazó estrepitosamente agradeciéndole su presencia, alejado de rencores.

En cada actuación en su vida, el líder de la orquesta Adalberto Álvarez y su Son mostró toda humildad, por eso siempre Adalberto Cecilio Álvarez Zayas fue más que el «Caballero del Son», fue en realidad un Caballero Cabal.