Abismal comparar a un erudito abogado con un político embaucador: Alberto Woolrich

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  • En la política la sumisión se marca al poder reinante, ahí se encuentra su debilidad y decadencia, su pobreza, sus indignidades. Los abogados captamos la moral del tiempo y jamás nos destrozamos por buscar el poder.
  • Existen políticos que llegan a ser diputados que desconocen de cuántos artículos se compone nuestra Carta Magna; son una vergüenza nacional.
  • Abogados vs. Políticos.

Blas A. Buendía * _________

A resumidas cuentas habrá que rememorar aquella filosófica y célebre frase que en tiempo y forma detonó por todo el planeta cuando el presidente Ronald Reagan fustigó a los gobernantes de bajo nivel intelectual: “No existe bestia en el mundo más peligrosa que un ignorante en el poder”.

Efectivamente. Ese legado del estadounidense nunca ha perdido, ni lo perderá la vigencia que lo caracteriza, ya que ante la convulsión que vive América Latina, esencialmente en México, un valor intrínseco es el de ser un connotado jurisconsulto, y otro, contrastante por supuesto, un político de marras. Claro está, guardando sus dimensiones de quienes se trate.

Todo esto viene a colación porque la patología jurídica de ciertos hechos propiciados por la Cuarta Transformación de la Nación, dan por resultado no sólo el incumplimiento de promesas efectuadas con antelación, sino también una notable modificación de actitudes, opiniones, interpretaciones y normas en sentido adverso a la lealtad que se le debe a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y los principios insertos en ella, en detrimento directo al interés de México.

Infinidad de dizque representantes populares, cuando llegan al majestuoso e imponente Palacio Legislativo de San Lázaro, donde lógicamente les gana el pánico escénico, de repente se apechugan ante la beligerancia de muchos periodistas que ponen a prueba a la nueva camada de diputados federales, cuando se les hace una sencillísima pregunta: “¿Usted sabe cuántos artículos tiene nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos?”

La dimensión de la consulta es genial. Por lógica caen en la torpeza mostrando su sapina y bendita ignorancia, desconociendo –hasta con eso…-, que México está gobernado por leyes y que éstas emanan de nuestra estropeada pero bien fundamentada Carta Magna. Generalmente esos bisoños diputados se pierden en la Numeralia del acertamiento pues ignoran que está integrada por 136 artículos. Y si no saben de esto, menos el contenido de nuestra Ley de Leyes.

Pero en el otro lado de la monera es diferente. Con motivo de la aprobación de múltiples normas, incluyendo un transitorio, se han alzado voces de protesta provenientes las más de ellas, de togas viriles de diferentes agrupaciones vinculadas con el derecho, lo que ha dado origen a diversas campañas de descrédito proveniente de grupos políticos que nada tiene que ver con la justicia.

Para el prestigiado abogado penalista Alberto Woolrich Ortiz, en su calidad de presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C., “es importante que se sepa que la abogacía en general, a diferencia de los políticos, estamos acostumbrados a argumentar, en medio de rivalidades sin odios, que en la abogacía existen sentimientos de afecto que nos unen constantemente, por costumbre sabemos triunfar sin orgullo y cuando se pierde sucumbimos sin humillarnos, nuestros éxitos siempre son valiosos cuando triunfa la justicia”.

A diferencia de ciertos entes dedicados a la política –ejemplifica el defensor-, nuestra formación deviene en la escuela del alegato, no de la promesa electoral incumplida, evitamos ser sumisos y serviles. “Nada más indigno que inclinarse, como muchos políticos lo hacen al poder, el ser servil los marca a ellos, no a nuestras Togas. Los abogados nos esforzamos en conservar los articulados de la letra Constitucional, rechazando vestir las galas de las cortesanas”, instruyó.

Sin pestañear, afirmó: “Los que merecen el elogio de la abogacía lo obtienen cuando proveen justicia, pero eso sí abrumamos con golpes frecuentes a los indignos que la prostituyen y que por cierto, de la nefasta faceta del neoliberalismo a nuestros días, son muchos”.

El jurisconsulto aclara: “Nuestros talentos son diversos y muy diferentes a los de los políticos, encontramos en nuestro pensamiento términos propios y exactos y no buscamos jamás la aprobación del poder reinante, ahí es donde se concentra la diferencia y por ello criticamos la aprobación de ingeniosidades que como transitorios aparecen”.

Y sentencia: “Aquellos que nos formamos en el litigio, sabemos que ésta es la mejor atalaya de observación. En nuestros litigios, la sociedad se muestra con todas las pasiones que la agitan. En la política la sumisión se marca al poder reinante, ahí se encuentra su debilidad y decadencia, su pobreza, sus indignidades. Los abogados captamos la moral del  tiempo y jamás nos destrozamos por buscar el poder.

“En la justicia hurgamos y buscamos hasta encontrar el carácter del siglo, no somos como aquellos que buscan el voto para incumplir sus promesas insignificantes. Es cuanto…”, puntualizó.

¿Cuál es el rol del abogado en la política?

El rol político del abogado litigante “es una amalgama incomparable” que no surge del populacho. La política jurídica propone lo que debe ser el derecho y la creación de la norma corresponde a unos sujetos, cuyo único requisito para realizar tal labor es ser elegidos por los electores.

Para desgracia de la Nación, Andrés Manuel López Obrador “no es abogado”, afirmaría en su tiempo la misma Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C., cuyo organismo lo exhortó a seleccionar mejor a sus asesores en tópicos de justicia.

Cicerón, el más grande abogado de todos los tiempos, expresó con la elocuencia que le caracterizaba: “Ignorantia Non Habet Locum In His Quae Publice Fiunt”, lo que traducido a castizo lenguaje significa: “No excusa la ignorancia en las cosas que se hacen públicamente”.

La respuesta nos la da nuestra propia Carta Magna. Se ha perdido el control constitucional que evitaba que las autoridades actuaran fuera de los principios y lineamientos previstos en nuestro Pacto Federal, se ha extraviado el objeto consistente en proteger los órdenes jurídicos, por todo tipo de violaciones a nuestro Libro de Leyes, que es base y sustento del sistema jurídico nacional.

López Obrador y su ya muy cacareada y publicitada Cuarta Transformación de la Nación, no ha podido, no ha permitido, no ha querido o no ha sabido combatir a cabalidad y de frente el fenómeno irreversible de la corrupción que impera en el ámbito de procuración, impartición y administración de justicia, no obstante las palabras de promesa y esperanza expresadas en el ayer.

“México lleva décadas y los gobiernos del neoliberalismo y de esta famosa Cuarta Transformación, han pretendido e intentado, más no logrado, realizar todos los actos a su alcance para que la gran crisis de corrupción que padecemos alcance en el hoy características de holocausto”, precisa la mencionada Academia.

Señala que “nuestra amada República a la cual años atrás al hacer alusión a ella se decía que era el ‘’cuerno de la abundancia’’, desgraciadamente dicha expresión quedó prendada en la historia, pero también olvidada”.

En la génesis del poder, aseguran afamados jurisconsultos que un principio general del derecho público nacional resulta ser aquél que ha reconocido el principio de igualdad frente a las cargas públicas. Cuando cualquiera de los Tres Poderes de la Unión originan, con su actuar, perjuicio a los gobernados, el Estado debe de responder por ellos cualquiera que sea el poder que dé génesis a ello.

Resulta por demás lógico estimar, en un estado de Derecho, lo cual supone previamente que es lo suficientemente evolucionado hacia formas superiores de gobernabilidad y democracia, que cuando el Poder Legislativo expide una ley que cause perjuicios o agravios a los gobernados, al pueblo, a nosotros, el Estado está obligado para responder por esos agravios, por esos perjuicios, en síntesis tiene que reparar el Daño de Estado que han provocado los poderes de la Unión en contra de la propia sociedad.

Reportero Free Lance *

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